domingo, 20 de febrero de 2011

La muerte de una kantxa


La cancha del Club Juventud Unida en su tiempo fué uno de los frontones más importantes de nuestra ciudad, escenario de memorables partidos de paleta argentina. Allí mataban el tiempo jugando pelota mano mi padre y sus compañeros de clase de gimnasia, mientras esperaban la llegada del profesor. En ese entonces, las pelotas de cuero habían dejado de verse y sólo se conseguían pelotas de goma para jugar paleta argentina.


Aquí podríamos jugar pelota mano... pero en “esto” se ha convertido.


Vestuarios, baños... todo en función del futbol. Y mientras tomaba las fotos, un grupete se preparaba para una práctica de futbol y los más chicos jugaban dentro de lo que quedaba del antiguo frontón.


Es una verdadera pena, tomar conciencia de la muerte de un frontón, pero ésta es sólo una consecuencia de la desculturización y desaparición de la pelota vasca en Argentina.

Me permito una reflexión. La expulsión y éxhodo de los vascos entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, provocó una corriente migratoria y cultural hacia América, que terminó por amalgamarse con corrientes de otras  nacionalidades.

Con el paso de los años y las generaciones, las tradiciones vascas se fueron perdiendo y con ellas, la pelota vasca y especialmente la pelota mano. En cambio, la pelota argentina, un juego menos duro y que no requiere preparar manos, fue ganando adeptos y desplazando a los manistas de los frontones. Con el tiempo, los palistas también abandonaron los frontones y optaron por los trinquetes, dónde la pelota de goma resulta más dominable y favorece la práctica en invierno y en días lluviosos. Para ese entonces, la pelota mano ya había desaparecido.

Al mismo tiempo, se extendía rápidamente el futbol. Un deporte “global” que no requería infraestructuras; la simplicidad del campo de juego, un terreno llano y apenas unos troncos para formar el arco era todo lo que se necesitaba. Nada de construcciones ni materiales. Todos los niños lo pueden jugar, sin esfuerzo, sin lesiones, sin protección. Sólo requiere espacio y una pelota.

Por otro lado, la televisión masificó el fenómeno del futbol. La fama de sus jugadores y los contratos millonarios en todos los países del globo encandila los sueños de los niños y sobre todo de sus padres.

Ante éste panorama adverso, la pelota vasca no sólo no resulta una opción deportiva “atrayente”, ni siquiera resulta un deporte conocido, prueba de ello es la insignificante afición a la pelota.

Y ésto también pasa en mayor o menor medida en los demás países americanos. Si bien en los mundiales, existe representación, es una realidad que la pelota mano -al igual que el xare y la paleta cuero- no se juega. No existe un torneo nacional, no existen torneos provinciales, no existen torneos interpueblos de pelota vasca. Existen sólo apenas un puñado de pelotaris y algunos esfuerzos aislados que merecen aplausos.

La mano es un juego que ha hechado raices en la tradición e identidad del pueblo vasco y sólo la tradición y el respeto por las raices podrán sostener el juego y el juego sostener los frontones que hoy caen aplastados por el futbol y otros deportes populares. Es cierto que los centros vascos y euskal etxeas preservan y transmiten la cultura vasca, pero su ámbito de actuación tiene limitaciones geográficas y se reducen a un puñado de ciudades.

Es mi opinión -y no pretendo polemizar-, que a medida que el tiempo pase y las tradiciones se vayan perdiendo aún mas, sólo nos quedará de vascos, el apellido. La pelota mano será un recuerdo más, patrimonio exclusivo de aquellos  vascos que tuvieron la suerte histórica de no verse obligados a abandonar Euskal Herría. 

La desaparición de las kantxas (frontones), es un síntoma -en mi opinión- de un rápido proceso de desculturización que vive la diáspora.

Desde Pelota Mano [ experimental ] creemos que en la tradición de los valores y la cultura a nuestros niños, está la clave para la superviviencia de “lo vasco” y la pelota mano en la diáspora; ello explica, en gran medida, que después de casi un siglo de su desaparición en nuestra ciudad, la pelota mano haya resurgido -al menos de forma experimental-, justamente desde una eukal etxea que logró preservar -aunque en estado ruinoso- su frontón … el modesto y agónico frontón de la Cancha de los Vascos, en el que esperamos algún día poder transmitir la pelota mano a nuestros niños y preservar parte de la cultura vasca en la diáspora.

Será que alguna institución de Euskal Herría pueda hacer algo por nuestra agónica kantxa antes que corra la misma suerte?

Con la muerte de una kantxa desaparece la pelota y con ella una parte de la cultura vasca.

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